Leyendas Urbanas
El Lobizon: Supersticion de origen europeo, según la cual el septimo hijo varon al llegar a la adolescencia se transforma en lobizón los martes y los viernes por la noche. para poder cumplir con este proceso se revuelca sobre algun elemento desintegrado, como por ejemplo arena, ceniza o la tumba de un cementerio. Al volver el día recupera la forma humana. para convertirse en animal debe cumplir ciertos ritos, como girar tres veces sobre su cuerpo.
Se lo representa como una mezcla de perro y cerdo, muy peludo y con grandes orejas, que recobra su fisonomia humana si alguien sin conocerlo lo hiere, o si un hombre lo muerde. Se cree que se alimenta de chicos no bautizados, excrementos y de desperdicios que encuentra en los basurales de las estancias. Se caracteriza por el fulgor de la mirada ("echa fuego por los ojos". Es inmune a las armas de fuego, y solo se lo puede herir con un arma blanca. En presencia de su propia sangre recobra la forma humana, pero se convierte en enemigo mortal de quien descubrió su secreto y no se detiene hasta matarlo.
El lobizon ataca y puede traspasar el mal. No lo transmite mordiendo, sino pasando entre las piernas de alguien. A partir de allí la victima se convierte en lobizon, y el anterior escapa al maleficio. Si bien tiene forma perruna, los demás perros le ladran constantemente, si bien no atinan a morderle.
Relato:Entre paseos y medianoche comenzaron los lugareños a citar al “lobizón”....este ser tan singular que habita los bosques y suele salir para asustar y atacar en noches de luna llena inquietando a caminantes nocturnos.
Aquella noche salimos a campo traviesa a bailar en una boite a orillas del río que hacía cimbrar con su música la tierra a cien metros alrededor.
Corrimos para llegar, saltamos y bailamos hasta casi la madrugada...........cuando con paso lento, emprendimos el regreso contando las cuitas de las "apretadas" como lo hacen los jóvenes de campo....
Ahí estaba la luna llena alumbrando nuestro camino entre sombras en pleno bosque...
Los pensamientos se fijaron en nuestras mentes con la leyenda....y nuestras miradas otearon el horizonte oscuro y acabaron nuestras risas... las palabras y en el silencio, sólo se escuchaban nuestros pasos y el sonido de la nada, no cabían las palabras...era un apresurado transitar olvidando el cansancio y llegar... Cuando se escuchó un suave crujido de una rama a nuestras espaldas....esto provocó una caminata más rápida junto a risas nerviosas y comentarios rápidos entre risueños y angustiosos citando lo imposible de la “PRESENCIA” porque nos habían avisado de no NOMBRARLO.
Pronto llegamos a la cabaña y cerramos las puertas dejando solo las ventanas entornadas porque el calor arreciaba y estaba próximo el amanecer....y ya en nuestras camas adormecidas y en la oscuridad del cuarto.....sentimos que algo rozaba la ventana cuando cayó estrepitosamente la cortina junto con el barral al suelo y en un instante estábamos las tres admirando la cortina rasgada en varios pedazos
La Llorona: De los campos a las ciudades emigran muchas jovencitas en busca de su sueño, de estudios y de tener mejores trajes y dinero para ayudar a sus familias.
Esta como muchas llegó a la ciudad y se empleo en casa de ricos, enamorándose de su hijo el cual cruelmente la dejó embarazada y luego la despidió de su trabajo.
No habiendo más que hacer, se devolvió a su casa escondiendo su hijo bajo su delantal, lo cual no logró por mucho tiempo, su familia, apegada al cristianismo, comenzó a decirle su error a todas horas, creándole gran angustia.
Una noche bajo un gran aguacero corrió hacia el río y pariéndolo lo lanzó a la corriente, al ver lo que había hecho se lanzó detrás del niño gritando y llorando.
Todavía en las noches de luna después de una creciente se oye el llanto de esta mujer, y se puede verle tras el rayo de luna en el agua del río, tratando de alcanzar a su hijo.
El Pombero: en sus inicios era el genio protector de los pájaros de la selva, sin embargo a través del tiempo y la evolución del mito fue adquiriendo las más diversas habilidades; entre ellas poder mimetizarse con facilidad, hacerse invisible, deslizarse por cualquier ranura u orificio; o metamorfosearse en cualquier animal, apareciendo incluso como un asno sin cabeza (vinculado así a otro mito argentino-brasileño, el de la Anima-Mula). Para castigar al malhechor se transforma en cualquier animal e induce al infractor a internarse a lo profundo de la selva donde se pierde.
Relato de un Hombre:una vez un nene de 5 años, a la hora de la siesta, se escapaba muy seguido al monte… a veces desaparecía por días y días… los padres preocupados salieron a buscarlo y lo encontraron dando vueltas en el medio del monte… lo agarraron y se lo llevaron con ellos, el nene les contó que se lo llevaba todas las tardes un señor con gorro de paja, que lo alimentaba, le daba regalos y lo cuidaba… los padres del chico hicieron lo posible para que no se vaya en las horas de la siesta… pero un día volvió a desaparecer… lo encontraron sentado bajo un árbol con una flor tallada en madera entre sus manos… estaba distante, como perdido en su mente… lo alzaron y le preguntaron que le pasaba… pero el nene no dijo nada… al tiempo, ya en la escuela, la maestra del chiquito, preocupada por su falta de concentración le empezó a preguntar que era lo que le pasaba… entonces el nene contó su historia con el Pombero y le comento que éste le había hecho jurar que jamas contaría nada, pero ya no aguantaba más… al instante, el chiquito perdió la memoria y se volvió “loco”… jamas volvió a ser el mismo que antes…
El Silbon: Muchos son los habitantes de los llanos que cuentan haberlo visto sobre todo en verano, época en que la sabana venezolana arde bajo el rigor de la sequía y El Silbón se sienta en los troncos de los árboles y recoge polvo en sus manos. Pero es principalmente en los tiempos de humedad y lluvia cuando el espectro vaga hambriento de muerte y ávido por castigar a borrachos y mujeriegos y a una que otra víctima inocente. Y es que cuentan que a los borrachos les succiona el ombligo para beberse el aguardiente que ellos ingirieron cuando se los encuentra solos por el llano, y que a los mujeriegos los despedaza y les quita los huesos y los mete al saco donde guarda los restos de su padre.
Algunas versiones dicen que es como un alargado gigante de unos seis metros, que camina moviéndose entre las copas de los árboles mientras emite su escalofriante silbido y hace crujir, dentro de su viejo y harapiento saco, los pálidos huesos de su infortunado padre; o, según afirman algunos, de sus múltiples víctimas. Otras versiones dicen que, sobre todo a los borrachos, se les presenta como la sombra de un hombre alto, flaco y con sombrero.
Existe la creencia de que sus silbidos se suceden unos a otros en ciclos de do, re, mi, fa, sol, la, sí y que se escuchan cercanos cuando no hay peligro y lejanos cuando sí lo hay pues cuanto más lejanos suenan más cerca está. Unos piensan que escuchar su silbido es un presagio de la propia muerte, que puede oírsele en cualquier sitio y hora y que si lo oyes lejos entonces no te queda más salvación que el ladrido de un perro; o, para otros más optimistas, también el ají (un fruto rojo y muy picante que se emplea como condimento) y el látigo.
Cuentan que, en ciertas noches, El Silbón puede aparecerse cerca de una casa, dejando en el suelo el saco y poniéndose a contar los huesos uno a uno. Si una o más personas lo escuchan, no pasará nada; si nadie lo escucha, al amanecer un miembro de la familia nunca despertará.
En los llanos orientales de Colombia, donde le llaman “El Silbador”, creen que es el alma errante de un mujeriego parrandero que murió en soledad, la gente afirma que él busca la compañía de alguien que a esas horas de la noche ose cabalgar. Pero aquella versión amable es una excepción pues, también en Colombia, otros dicen que El Silbador persigue a las embarazadas, que su silbido penetra los oídos e infunde frío y que, si alguien lo escucha en tono agudo, pronostica la muerte de una mujer, mientras que si suena grave pronostica la de un hombre. En cualquier caso, esa mujer u hombres es generalmente alguien conocido por parte de quien ha escuchado el silbido.
El Anima Sola: Este es uno de los más espeluznante espantos del que se tenga noticias, tiene como finalidad el hacer daño por efecto psíquico u otros medios de manipulación de terceros, el Anima Sola se presenta en forma de mujer de largos cabellos y atractivo rostro y tiene la finalidad de cobrar las velas de las Animas Benditas, pues en estos pueblos la gente acostumbra a pedir favores a las Ánimas y estas casi siempre le conceden los favores a cambio de que se tengan prendidas cierta cantidad de velas durante un tiempo antes prometido, de no cumplirse con esta contra prestación de los devotos, hace su entrada el Anima Sola; para recordar la deuda de una manera tenebrosa.
Relato:una señora devota de las ánimas, en una ocasión olvidó prender la prometida vela a pago de favores de éstas, esa noche tocaron a su puerta y resultó ser una amiga de la cual tenia tiempo no veía, para su desdicha e ingenuidad la invitó a pasar, al momento y una vez dentro la visita se convirtió en un celaje que recorrió --cual inmensa sombra negra-- toda la sala, tomando a su víctima por los cabellos en repetidas ocasiones causándole grandes moretones, la señora aterrada se arrastró como pudo hasta el altar y prendió temblorosa un cabito de vela a la vez que pedía perdón por el olvidó, al momento la gran sombra abandonó la casa; dejando privada a la olvidadiza señora, quien desde entonces prende a diario gran cantidad de velas, aunque no haya nuca más pedido un favor ni dejado pasar a su casa visita alguna.
Se lo representa como una mezcla de perro y cerdo, muy peludo y con grandes orejas, que recobra su fisonomia humana si alguien sin conocerlo lo hiere, o si un hombre lo muerde. Se cree que se alimenta de chicos no bautizados, excrementos y de desperdicios que encuentra en los basurales de las estancias. Se caracteriza por el fulgor de la mirada ("echa fuego por los ojos". Es inmune a las armas de fuego, y solo se lo puede herir con un arma blanca. En presencia de su propia sangre recobra la forma humana, pero se convierte en enemigo mortal de quien descubrió su secreto y no se detiene hasta matarlo.
El lobizon ataca y puede traspasar el mal. No lo transmite mordiendo, sino pasando entre las piernas de alguien. A partir de allí la victima se convierte en lobizon, y el anterior escapa al maleficio. Si bien tiene forma perruna, los demás perros le ladran constantemente, si bien no atinan a morderle.
Relato:Entre paseos y medianoche comenzaron los lugareños a citar al “lobizón”....este ser tan singular que habita los bosques y suele salir para asustar y atacar en noches de luna llena inquietando a caminantes nocturnos.
Aquella noche salimos a campo traviesa a bailar en una boite a orillas del río que hacía cimbrar con su música la tierra a cien metros alrededor.
Corrimos para llegar, saltamos y bailamos hasta casi la madrugada...........cuando con paso lento, emprendimos el regreso contando las cuitas de las "apretadas" como lo hacen los jóvenes de campo....
Ahí estaba la luna llena alumbrando nuestro camino entre sombras en pleno bosque...
Los pensamientos se fijaron en nuestras mentes con la leyenda....y nuestras miradas otearon el horizonte oscuro y acabaron nuestras risas... las palabras y en el silencio, sólo se escuchaban nuestros pasos y el sonido de la nada, no cabían las palabras...era un apresurado transitar olvidando el cansancio y llegar... Cuando se escuchó un suave crujido de una rama a nuestras espaldas....esto provocó una caminata más rápida junto a risas nerviosas y comentarios rápidos entre risueños y angustiosos citando lo imposible de la “PRESENCIA” porque nos habían avisado de no NOMBRARLO.
Pronto llegamos a la cabaña y cerramos las puertas dejando solo las ventanas entornadas porque el calor arreciaba y estaba próximo el amanecer....y ya en nuestras camas adormecidas y en la oscuridad del cuarto.....sentimos que algo rozaba la ventana cuando cayó estrepitosamente la cortina junto con el barral al suelo y en un instante estábamos las tres admirando la cortina rasgada en varios pedazos
La Llorona: De los campos a las ciudades emigran muchas jovencitas en busca de su sueño, de estudios y de tener mejores trajes y dinero para ayudar a sus familias.
Esta como muchas llegó a la ciudad y se empleo en casa de ricos, enamorándose de su hijo el cual cruelmente la dejó embarazada y luego la despidió de su trabajo.
No habiendo más que hacer, se devolvió a su casa escondiendo su hijo bajo su delantal, lo cual no logró por mucho tiempo, su familia, apegada al cristianismo, comenzó a decirle su error a todas horas, creándole gran angustia.
Una noche bajo un gran aguacero corrió hacia el río y pariéndolo lo lanzó a la corriente, al ver lo que había hecho se lanzó detrás del niño gritando y llorando.
Todavía en las noches de luna después de una creciente se oye el llanto de esta mujer, y se puede verle tras el rayo de luna en el agua del río, tratando de alcanzar a su hijo.
El Pombero: en sus inicios era el genio protector de los pájaros de la selva, sin embargo a través del tiempo y la evolución del mito fue adquiriendo las más diversas habilidades; entre ellas poder mimetizarse con facilidad, hacerse invisible, deslizarse por cualquier ranura u orificio; o metamorfosearse en cualquier animal, apareciendo incluso como un asno sin cabeza (vinculado así a otro mito argentino-brasileño, el de la Anima-Mula). Para castigar al malhechor se transforma en cualquier animal e induce al infractor a internarse a lo profundo de la selva donde se pierde.
Relato de un Hombre:una vez un nene de 5 años, a la hora de la siesta, se escapaba muy seguido al monte… a veces desaparecía por días y días… los padres preocupados salieron a buscarlo y lo encontraron dando vueltas en el medio del monte… lo agarraron y se lo llevaron con ellos, el nene les contó que se lo llevaba todas las tardes un señor con gorro de paja, que lo alimentaba, le daba regalos y lo cuidaba… los padres del chico hicieron lo posible para que no se vaya en las horas de la siesta… pero un día volvió a desaparecer… lo encontraron sentado bajo un árbol con una flor tallada en madera entre sus manos… estaba distante, como perdido en su mente… lo alzaron y le preguntaron que le pasaba… pero el nene no dijo nada… al tiempo, ya en la escuela, la maestra del chiquito, preocupada por su falta de concentración le empezó a preguntar que era lo que le pasaba… entonces el nene contó su historia con el Pombero y le comento que éste le había hecho jurar que jamas contaría nada, pero ya no aguantaba más… al instante, el chiquito perdió la memoria y se volvió “loco”… jamas volvió a ser el mismo que antes…
El Silbon: Muchos son los habitantes de los llanos que cuentan haberlo visto sobre todo en verano, época en que la sabana venezolana arde bajo el rigor de la sequía y El Silbón se sienta en los troncos de los árboles y recoge polvo en sus manos. Pero es principalmente en los tiempos de humedad y lluvia cuando el espectro vaga hambriento de muerte y ávido por castigar a borrachos y mujeriegos y a una que otra víctima inocente. Y es que cuentan que a los borrachos les succiona el ombligo para beberse el aguardiente que ellos ingirieron cuando se los encuentra solos por el llano, y que a los mujeriegos los despedaza y les quita los huesos y los mete al saco donde guarda los restos de su padre.
Algunas versiones dicen que es como un alargado gigante de unos seis metros, que camina moviéndose entre las copas de los árboles mientras emite su escalofriante silbido y hace crujir, dentro de su viejo y harapiento saco, los pálidos huesos de su infortunado padre; o, según afirman algunos, de sus múltiples víctimas. Otras versiones dicen que, sobre todo a los borrachos, se les presenta como la sombra de un hombre alto, flaco y con sombrero.
Existe la creencia de que sus silbidos se suceden unos a otros en ciclos de do, re, mi, fa, sol, la, sí y que se escuchan cercanos cuando no hay peligro y lejanos cuando sí lo hay pues cuanto más lejanos suenan más cerca está. Unos piensan que escuchar su silbido es un presagio de la propia muerte, que puede oírsele en cualquier sitio y hora y que si lo oyes lejos entonces no te queda más salvación que el ladrido de un perro; o, para otros más optimistas, también el ají (un fruto rojo y muy picante que se emplea como condimento) y el látigo.
Cuentan que, en ciertas noches, El Silbón puede aparecerse cerca de una casa, dejando en el suelo el saco y poniéndose a contar los huesos uno a uno. Si una o más personas lo escuchan, no pasará nada; si nadie lo escucha, al amanecer un miembro de la familia nunca despertará.
En los llanos orientales de Colombia, donde le llaman “El Silbador”, creen que es el alma errante de un mujeriego parrandero que murió en soledad, la gente afirma que él busca la compañía de alguien que a esas horas de la noche ose cabalgar. Pero aquella versión amable es una excepción pues, también en Colombia, otros dicen que El Silbador persigue a las embarazadas, que su silbido penetra los oídos e infunde frío y que, si alguien lo escucha en tono agudo, pronostica la muerte de una mujer, mientras que si suena grave pronostica la de un hombre. En cualquier caso, esa mujer u hombres es generalmente alguien conocido por parte de quien ha escuchado el silbido.
El Anima Sola: Este es uno de los más espeluznante espantos del que se tenga noticias, tiene como finalidad el hacer daño por efecto psíquico u otros medios de manipulación de terceros, el Anima Sola se presenta en forma de mujer de largos cabellos y atractivo rostro y tiene la finalidad de cobrar las velas de las Animas Benditas, pues en estos pueblos la gente acostumbra a pedir favores a las Ánimas y estas casi siempre le conceden los favores a cambio de que se tengan prendidas cierta cantidad de velas durante un tiempo antes prometido, de no cumplirse con esta contra prestación de los devotos, hace su entrada el Anima Sola; para recordar la deuda de una manera tenebrosa.
Relato:una señora devota de las ánimas, en una ocasión olvidó prender la prometida vela a pago de favores de éstas, esa noche tocaron a su puerta y resultó ser una amiga de la cual tenia tiempo no veía, para su desdicha e ingenuidad la invitó a pasar, al momento y una vez dentro la visita se convirtió en un celaje que recorrió --cual inmensa sombra negra-- toda la sala, tomando a su víctima por los cabellos en repetidas ocasiones causándole grandes moretones, la señora aterrada se arrastró como pudo hasta el altar y prendió temblorosa un cabito de vela a la vez que pedía perdón por el olvidó, al momento la gran sombra abandonó la casa; dejando privada a la olvidadiza señora, quien desde entonces prende a diario gran cantidad de velas, aunque no haya nuca más pedido un favor ni dejado pasar a su casa visita alguna.
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